A pensar que no tengo adornos navideños.
A cuestionar de forma sutil al crío para que diga concretamente qué le va a pedir a Gasta Claus, y aclararle que "Todo" no es una opción para su carta.
A ir pensando en un menú vegano para llevar a la cena familiar: estoy pensando en lasaña, unos brownies y hummus para botanear.
A aguantarme todos los malditos anuncios del teletón. Hasta el Dante hace muecas: oooootra vez con el teletóooon. Cómo enfadan.
A resignarme a estar argumentando, como cada año, por qué no doy un centavo al teletón. Debería hacer un discurso, resumirlo, imprimirlo, enmicarlo y traerlo en el bolsillo.
A bajarle a la comida porque espero botanear bastante durante las fiestas.
A prepararme espiritualmente para la lectura de cartas aztecas anual. La familia me agarra de Madam Zezí en el recalentado del año nuevo.
A esperar las vacaciones con más emoción y urgencia que cuando estaba de nueve meses con el Dante en la barriga.
A soportar la carga de comerciales de juguetes inútiles y bobos. Ni al Dante se le antojan las autopistas con tiburones, o el excusado que lanza bolitas, o el albañil que piropea ladies trepado en su barda.
Es parte del show.
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