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Mostrando entradas de noviembre 16, 2007
Tres meses con rastas y ya. No pude más. 1.- Si me lavaba diario el pelo hubiera tenido que pasar todas las tardes arreglándomelo con un ganchillo. 2.- Así que la única opción viable: no lavarlo seguido. Pues sí, suena sencillo, pero qué asco. Respeto a la palomilla que trae rastas, pero a mí me salió caspa, me picaba la cabeza, extrañaba el exquisito olor a mousse en mi cabello... 3.- Según yo, en un arranque de "dejaré la banalidad de los eternos cuidados del cabello, los tintes, alaciados y productos" decidí adquirir la melena del león, pero salió al revés: más cuidados, más tiempo invertido en mi cabeza, pero con la sensación desagradable de la mugre. 4.- A los que llevan rastas: mi más grande admiración. 5.- Tan doloroso y tardado fue el proceso de hacerlas como el de deshacerlas. Dos lavadas en un día, con bastante acondicionador, corte de las puntas de las rastas (que pon fin estaban cerrándose) y ¡A desenredar! Lo más complicado: las de la nuca, que ya estaban bastant