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Mostrando entradas de febrero, 2012

5 años!

Hoy cumplo nada más ni nada menos que 5 años de ser vegetariana. Un buen día de Carnaval me propuse dejar de comer animales, sin ninguna razón en particular. Mi intención no era ser más saludable, ni adelgazar, quizás la cuestión ética fue la que más pesó, pero ni siquiera era una razón tan poderosa. Simplemente no pensé que aguantaría, sobre todo porque yo pasé la universidad desayunando una cocacola y un cigarro y cenando hotdogs, comiendo tazones gigantes de chococrispies y pan bimbo. Después, cuando me fui a vivir sola, mi idea de lunch nutritivo era un yogur para beber y unos trikitrakes, y tenía tan poco dinero que apenas me alcanzaba para tacos, cigarros y agua. Cuando me casé, los tacos de pescado, las quesadillas con salchicha, el pollo asado, hamburguesas con queso blanco y todo lo que tuviera chocolate me provocaban orgasmos y salíamos a comer fuera cada vez que podíamos.  Mi pobre bebé pasó los primeros 3 años comiendo salchichas y danoninos como lunch, y le comprá

Hijos, padres y mi libro favorito

Cuando uno es niño vive y lo que pasa alrededor es accesorio. Uno no piensa las consecuencias ni las causas de lo que pasa. No pensamos: qué bien que mi padre me discipline, o qué buena mi mamá por enseñarme lo que me enseña. Es cuando crecemos que nos damos cuenta de que lo que nos dieron de niños es lo que tenemos de adultos.  Ayer fui a la biblioteca infantil de la unidad cultural, y me puse a buscar libros que yo leía cuando era chica. El sistema (poco eficiente) de actualización de libros me hizo pensar que todavía estarían allí. Y efectivamente: encontré mi libro favorito, en la misma edición que lo leí cuando tenía unos seis o siete años. Se trata de un libro (de una serie de varios, no me fijé cuántos) que se leen con la ayuda de un dado, porque tiene opciones para ir llevando la historia. Recordaba perfectamente muchos recuadros, con el dibujo y el texto, y me llené de nostalgia: mi madre me llevaba a las bibliotecas cuando era niña. Claro, en los patios de la unid

Lágrimas de puerco

Si hay algo que me gusta, es que casi siempre recuerdo lo que sueño. Como los de todo el mundo, mis sueños son locos y surrealistas, como haber sido novia de Chayanne, mis dientes que se caen a menudo, las persecuciones, los saltos de árbol en árbol que doy, sin volar, pero sí flotando, yo registrando a Alf como atleta para los panamericanos... Me encanta que me despierten las carcajadas de un sueño chistoso (me ha ocurrido varias veces) pero también me desequilibra despertar llorando por sueños tristes, tristísimos, como anoche. Soñé que a mi madre le regalaban tres cerdos bebés, para que se los comiera, pero le dijeron que los dejara unos días más antes de matarlos, y para que la carne estuviera más rica, los conservara en refrigeración. Yo los veía en un cajón del refri y estaban temblando, morados, y los sacaba y cubría con un suéter. Le reclamé a mi madre por su crueldad, y le pedí que me los diera o que los matara de una vez y no los torturara más. Desperté llorando a media n