Esta es la historia de una mujer que a los 18 años quedó embarazada, y a los 5 meses de tener a su hija, quedó huérfana de madre. Tuvo que trabajar y aunque intentó hacer una carrera, no pudo, aunque era muy inteligente y le echaba ganas. Aún así, fue una mamá cariñosa, divertida, y llena de una energía inexplicable. quince años después, al final de un corto matrimonio complicado volvió a quedar embarazada. Si en el primer embarazo la edad era prematura, para el segundo, se sentía demasiado mayor, aunque no lo era. Y tuvo a su bebé y todo fue mucho más difícil porque lo que no te preocupa a los 19 años, a los 30 te aterra. Porque tenía que trabajar todo el día para poder mantener a sus dos hijos y porque sentía que aún le faltaban cosas por hacer. Así que ya siendo una joven abuela, decidió que entraría a la escuela por las mañanas, trabajaría en las tardes y los sábados, y las noches y los domingos los dedicaría a hacer tareas, limpiar la casa, lavar ropa y pasar tiempo con su hijo menor, y lo hizo.
Iron woman (llamada secretamente por su yerno) puede desyerbar un patio, cocinar una olla de pozole, hacer pasteles, preparar clases, desponchar una llanta, despertarse a las 3 de la mañana a barrer, subir un cerro, coser unos pants, bordar, pintar su casa, cuidar a su nieto durante días y tener a un hijo adolescente inseparable.
Es una historia que he contado mil veces, lo sé, pero no importa. Cada vez que lo hago descubro motivos nuevos, explicación a cosas que no comprendía y moralejas que trato de aplicar para poder hacer yo misma la saga de la historia.
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