En estas fechas hay como una leve picazón con respecto al "Día de acción de gracias", sobre todo por que algunos sienten que es incorrecto festejar algo que simboliza la imposición de una cultura sobre otra, el exterminio de los nativos norteamericanos y la casi desaparición de la verdadera cultura de los Estados Unidos. Algo similar ocurre -o debería ocurrir- con las celebraciones del "Día de la raza", al que han suavizado con la frase "Encuentro de dos mundos", queriendo llamar de forma agradable a una invasión y a la imposición violenta de una cultura "civilizada" sobre una civilización bastante avanzada y rica en tradiciones.
La cuestión aquí, desde mi punto de vista, es que las tradiciones cambian con el tiempo, y algunas pierden su carga simbólica y la modifican. Si la gente necesita un pretexto para reunirse en familia y cenar, no encuentro por qué satanizarlo. Lo ideal sería que conocieran y estuvieran conscientes del origen de la celebración y lo que representa.
Es como el Halloween: ya no tiene que ver con mujeres hechiceras, tiene que ver con niños disfrazados correteando y pidiendo dulces y gente lanzando el presupuesto para adornar sus casas terroríficamente.
En mi caso, el Día de acción de gracias es tan ajeno como el año nuevo chino, pero la Navidad, por ejemplo, es un caso que he tenido que explicar un par de veces: LOS ATEOS PODEMOS FESTEJAR LA NAVIDAD. ¿Por qué? Porque no festejamos el nacimiento de Cristo, sino la oportunidad de disfrutar a la familia en vacaciones, con aguinaldo, con un clima distinto al que impera en nuestra ciudad, y con regalitos y mucha comida.
La cosa es que cada quien festeje lo que quiera, porque le gusta y porque le nace, o porque tiene una tradición familiar qué seguir, y si lo hace por moda, pues ese es otro cuento. Los demás, esperemos con ansias las fechas que queramos celebrar.
Como vegetariana (y para no variar en mi costumbre de amargar la alegría, les puedo decir que los pavos no tienen la culpa de nada...
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