-Tengo un equilibrio muy mariquita. A la primera que me subí al elevador, me entró un mareo que hasta el momento no se me quita.
-El CECUT es un lugar maravilloso. El paraíso de una promotora burócrata como yo.
-Los escritores no son todos divos, bohemios o mamarrachos. Eso me hace muy feliz. Conocí a varios que son, además de buenos escritores, personas sensibles, buena onda y cotorros (de cotorreo, no de soltería).
-La comida gourmet es muy, muy linda. Pero es muy raro encontrar un menú vegetariano que no subestime al vegetariano y no conste de un plato con hojas.
-Mi cerebro no puede procesar más de dos mesas de lectura al hilo.
-La lluvia, definitivamente, no es lo mío.
-La socialización, tampoco.
-A diferencia de los pronósticos generales, no morí de frío.
-Los escritores no existirían sin el café.
-Ver un pelea de box en un cuarto hotel, seguida de una charla con escritores, una ensalada y una cheve, bien valió la pena de haber sido vergonzosamente ultrajados por los jueces de las vegas.
-Nos urgen una Gandhi y un MixUp en La Paz.
-La gente de Tijuana es muy, muy amable. Lo digo en serio: desde la cajera del súper hasta el taxista, pasando por la señora en la calle, son agradables y sonrientes.
-No hay nada que me moleste más en una mesa de lectura, que un escritor leyendo directamente de la computadora, o peor, de unos apuntes a mano, que no entiende.
-Es padrísimo viajar, pero no cambio mi ciudad, mi familia, mi casa ni mi Grito Colectivo por nada en el mundo.
Comentarios