Por fin empezó el mundial. Digo por fin, no porque lo esperara con ansias, sino que vengo viéndolo anunciado desde hace meses. No me malentiendan: me gusta el futbol, lo jugué (mal, por cierto) en la prepa, y teníamos entrenador y todo, y aprendí las reglas y todo, pero me enferma toda la mercadotecnia y lo que ocurre alrededor del juego.
Los 90 minutos que dura cada partido son emocionantes. Ver a los jugadores, con sus uniformes... bueno, esa es otra historia. Me gusta el futbol, lo disfruto, pero la televisión hace que lo aborrezca.
Ver a la selección mexicana (que siendo sinceros, no es taaaan buena como nos lo hacen creer) anunciando pan, refrescos, programas, etc. tiene, para mí, el efecto contrario a lo que deseean. Que les funciona con mucha gente, es inegable. Mi hijo habla del Chicharito como si fueran compas de toda la vida y ni siquiera le gusta el futbol. Ni hablar del comercial que hicieron con Aguirre...
Veré los partidos del mundial, los de México y los que pueda, y haré corajes porque mi marido sea capaz de vestir a Dante e ir a botarlo a la escuela tempranísimo con tal de llegar a la oficina con la televisión e instalarla.
Y también haré corajes porque me van a quitar programas por meter los resúmenes mundialistas.
Y no usaré camiseta de la selección porque no tengo ni pienso comprar.
Pero me deleitaré viendo a Canavaro, Vela, Henry, y otros más cuyos nombres son lo de menos.
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