Ayer estábamos esperando el pesero porque el carro no sale del mecánico (pero eso es otra historia) frente a la entrada al almacén del C.C.C. palacio, justo donde descargan los tráilers y tiran la basura en los contenedores. Para nuestra suerte (mala suerte) el pesero tardó un buen rato, así que nos pusimos a observar a un muchacho encargado de sacar la basura. Vimos como vació tres cajas de madera que estaban llenas de hojas de repollo y/o lechuga, que a lo lejos se notaba que no estaban podridas, ni siquiera malatratadas, simplemente eran las primeras capas, las que le quitan para dejarlas lindas. Luego vació otra caja con cilantro y restos de más verduras. Bernardo y yo pensamos: de ahí sale un buen caldo, y si le echan un puño de arroz, queda perfecto. Al final vació una de fruta, con pedazos de sandía que bien podrían haberse preparado en agua fresca.
No existe una ley que regule el desperdicio de comida, por lo menos no la conozco, pero creo que aquí y en China debe ser malo desperdiciar alimentos, sobre todo si, no sé... hay tanta gente muriendo de hambre!
No sugiero que el comercial saque su basura y la regale, porque sería muy fácil pensar que mucha gente esperaría a los "saldos" en lugar de comprar en la tienda. Lo que me parecería generoso es que pudiera "donar" sus retazos para alguna institución, o algún desayunador comunitario (si es que existen aquí).
El C.C.C. se ha distinguido por ayudar a la ciudad con diferentes campañas, espero que haga conciencia de que lo que a algunos ya no les sirve, a otros les hace mucha, mucha falta.
A propósito, les recomiendo que vean el documental Los cosechadores y yo (Les Glaneurs et La Glaneuse, Agnés Varda, 2000), que habla sobre los millones de toneladas de comida que se desperdicia en el mundo.
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