Ahora que estamos en tiempos electorales suena, entra las otras propuestas, la legalización del aborto. Este tema es como para otro post. Por lo pronto, me limitaré a hablar sobre un tema que trataron ayer en un programa del canal 8: el embarazo en adolescentes. Obviamente siempre ha existido, pero como todo, en los últimos años ha aumentado como el precio de las tortillas. Buscando datos, encontré en una página que a pesar de que los adolescentes cuentan con toda la información sobre sexo y contracepción, son muy pocos los que utilizan los métodos disponibles y uno de cada seis nacimientos en México ocurre en menores de 19 años. Pero ¿realmente tienen toda la información? Seguramente sí, en teoría. De seguro todos han escuchado hablar de los condones, las pastillas, el DIU, etc. pero quisiera saber cuántos menores de 19 años van a la farmacia y piden unos condones, o cuántas chavitas van con su ginecólogo o a una clínica a que les den pastillas anticonceptivas. Y cómo va a ser, si el sexo es un tema prohibido, indecente, pecaminoso. En casa aprendemos que algunas partes del cuerpo no se ven, ni se tocan, y deben ser extrañas porque tienen nombres como pilín, pajarito, colita o qué se yo que otros sobrenombres. Da miedo y pena decir Pene y Vagina, como si no se tratara de partes naturales como los brazos o piernas. Y mientras los papás se desviven en hacernos saber que el sexo temprano es malo y los noviazgos nos quitan tiempo que podríamos pasar estudiando, en la tele nos retacan de telenovelas con protagonistas calenturientos; los videos musicales están repletos de mensajes sexuales; el internet es abundante en pornografía; la mayoría de la publicidad es sugerente porque apela a uno de los instintos naturales del ser humano: el sexo, así se trate de chicles, shampús o refrescos. Son pocos los padres que realmente mantienen una comunicación abierta con sus hijos, y tal vez no sea por falta de intención o ganas, sino porque es un tabú que viene de generación en generación. Ejemplo:
Mamá: Y, cómo te ha ido con tu novio?
Hija: Pues... bien.
Mamá: Vamos, hijita, cuéntame.
Hija: No... me vas a regañar, como siempre
Mamá: Ya verás que no, confía en mí.
Hija: Segura? Está bien. Ayer en la fiesta me metió la mano debajo de la blusa y me tocó el pecho.
Mamá: Ya veo que tenía razón. Las fiestas en casa de esa amiguita no son nada bueno. Nomás van a manosearse y vé tú a saber a qué más. Yo no sé si no tiene padres o qué. Y más vale que le vayas diciendo a tu novio que ni se le ocurra pararse por aquí, y pobre de ti que me entere de que te han visto con él.
Sé que lo más lógico es pensar que si a los chavos se les habla de sexo y de cómo cuidarse es como darles autorización para hacerlo, pero según las estadísticas, los muchachos que mantienen una buena comunicación con sus padres sobre sexo no sólo no se embarazan jóvenes, sino que retrasan varios años su primera vez, y suelen estudiar y desarrollarse profesionalmente. Es decir, más información, más confianza y menos yugo significa más conciencia y más madurez para elegir qué hacer con su vida en lugar de experimentar todo de golpe. Ya no tienen que andar preguntando a sus amigos o amigas, a menudo tan confundidos como ellos mismos; ni andarse escondiendo para tener novio, ni viendo pornografía. El tema se vuelve tan natural que hasta pierde algo de chiste. Prohibir y condenar es tan inútil como decirle a un perrito que no se rasque o al chofer de un pesero que no se pare a media calle: jamás funcionará. Tarde o temprano, a veces más temprano que tarde, apararece la oportunidad de estar a solas con esa persona que uno cree especial (que por lo general, no lo es!) y más vale tener a una mamá o a un papá a quienes podemos contarle, sabiendo que aunque no le va a gustar, no nos dejará solos.
Mamá: Y, cómo te ha ido con tu novio?
Hija: Pues... bien.
Mamá: Vamos, hijita, cuéntame.
Hija: No... me vas a regañar, como siempre
Mamá: Ya verás que no, confía en mí.
Hija: Segura? Está bien. Ayer en la fiesta me metió la mano debajo de la blusa y me tocó el pecho.
Mamá: Ya veo que tenía razón. Las fiestas en casa de esa amiguita no son nada bueno. Nomás van a manosearse y vé tú a saber a qué más. Yo no sé si no tiene padres o qué. Y más vale que le vayas diciendo a tu novio que ni se le ocurra pararse por aquí, y pobre de ti que me entere de que te han visto con él.
Sé que lo más lógico es pensar que si a los chavos se les habla de sexo y de cómo cuidarse es como darles autorización para hacerlo, pero según las estadísticas, los muchachos que mantienen una buena comunicación con sus padres sobre sexo no sólo no se embarazan jóvenes, sino que retrasan varios años su primera vez, y suelen estudiar y desarrollarse profesionalmente. Es decir, más información, más confianza y menos yugo significa más conciencia y más madurez para elegir qué hacer con su vida en lugar de experimentar todo de golpe. Ya no tienen que andar preguntando a sus amigos o amigas, a menudo tan confundidos como ellos mismos; ni andarse escondiendo para tener novio, ni viendo pornografía. El tema se vuelve tan natural que hasta pierde algo de chiste. Prohibir y condenar es tan inútil como decirle a un perrito que no se rasque o al chofer de un pesero que no se pare a media calle: jamás funcionará. Tarde o temprano, a veces más temprano que tarde, apararece la oportunidad de estar a solas con esa persona que uno cree especial (que por lo general, no lo es!) y más vale tener a una mamá o a un papá a quienes podemos contarle, sabiendo que aunque no le va a gustar, no nos dejará solos.
Comentarios
Bienvenido serás a este nuevo y selecto club E.K.