En las pasada vacaciones fuimos (el Dantihno y yo) al cine, con una buena parte de los García, mi familia. La cosa parecía escena de la película de "Mi pobre angelito" (Home Alone), once personas entre adultos y niños, haciendo cola y comprando palomitas. Nosotros queríamos ver Crepúsculo, pero la mayoría se decidió por “Cuentos que no son cuento” (Bedtime stories). Con excepción de “Puente a Terabithia”, las películas de Disney no son de mi agrado, porque me parecen un tanto bobas y cargadas de mensajes hipócritas, pero lo importante era que fuimos en bola y todo era cotorreo y diversión.
Pues Disney no me decepcionó: la película no era mala: lo que le sigue. Era la primera vez que veía una película de Adam Sandler, pero la verdad es que soy capaz de disfrutar las comedias domingueras, Jack Black, Ben Stiller y Rob Schnider me hacer reír bastante. Incluso fui a ver algunas de estas horrendas pelis de Una loca película de Loquesea, y me reí como loca. Pero con esta no me reí nada.
Para lo que me sirve esta peli es para ejemplificar lo que en narrativa se llama Verosimilitud. Las películas no son reales. Las películas pueden tener tantos elementos fantásticos como al escritor, director o productor se les venga en gana, pero siempre tiene que estar en un contexto que los justifique. Me explico: Harry Potter vuela en una escoba de barrendero municipal, lo cual es imposible para ti o para mí o para Indiana Jones pero no para él porque estudia en Hogwarts, una escuela de magia; los elementos fantásticos están justificados y fuera de ese mundo “mágico "todo es más o menos normal. Su primo no puede un día despertar con poderes sólo porque sí, tendría que haber ocurrido algo que lo justifique. En esta película aparece un cuyo o hámster o cobaya con unos ojos enormes que hace cosas extraordinarias. Es gracioso, el animalillo pero no puedo evitar que me salte como un elemento metido a fuerzas.
La otra razón por la que no me gustó es porque me sentí un poco ofendida. El personaje de Sandler tiene que cuidar a sus sobrinos, hijos de su hermana vegetariana, y los “pobres niños maltratados” jamás han disfrutado la vida: comida orgánica, sin televisión, sin patinar –porque es peligroso- hasta que su brillante y de buen corazón tío les da hamburguesas y dulces. Dirán que exagero, que es una película, que es un chiste. Les aseguro que para una empresa multimillonaria como Disney NADA ES CASUAL. Revisan con lupa cada color, cada parte de las escenas para que aparezca a cuadro lo que quieren que veamos, revisan el discurso, el lenguaje, todo. No es sólo la historia, no es sólo diversión. Como dato curioso, Sandler se hace un sándwich con dos galletas de arroz, y el Dante luego luego me dijo: mira, de las que me compras tú. Es cierto, yo, la “mala mamá” le mando a mi hijo una de esas como lunch, en vez de un delicioso negrito Bimbo y una lechita de chocoazúcar Nesquick. Son muy ricas por cierto y al boy le encantan.
Pues Disney no me decepcionó: la película no era mala: lo que le sigue. Era la primera vez que veía una película de Adam Sandler, pero la verdad es que soy capaz de disfrutar las comedias domingueras, Jack Black, Ben Stiller y Rob Schnider me hacer reír bastante. Incluso fui a ver algunas de estas horrendas pelis de Una loca película de Loquesea, y me reí como loca. Pero con esta no me reí nada.
Para lo que me sirve esta peli es para ejemplificar lo que en narrativa se llama Verosimilitud. Las películas no son reales. Las películas pueden tener tantos elementos fantásticos como al escritor, director o productor se les venga en gana, pero siempre tiene que estar en un contexto que los justifique. Me explico: Harry Potter vuela en una escoba de barrendero municipal, lo cual es imposible para ti o para mí o para Indiana Jones pero no para él porque estudia en Hogwarts, una escuela de magia; los elementos fantásticos están justificados y fuera de ese mundo “mágico "todo es más o menos normal. Su primo no puede un día despertar con poderes sólo porque sí, tendría que haber ocurrido algo que lo justifique. En esta película aparece un cuyo o hámster o cobaya con unos ojos enormes que hace cosas extraordinarias. Es gracioso, el animalillo pero no puedo evitar que me salte como un elemento metido a fuerzas.
La otra razón por la que no me gustó es porque me sentí un poco ofendida. El personaje de Sandler tiene que cuidar a sus sobrinos, hijos de su hermana vegetariana, y los “pobres niños maltratados” jamás han disfrutado la vida: comida orgánica, sin televisión, sin patinar –porque es peligroso- hasta que su brillante y de buen corazón tío les da hamburguesas y dulces. Dirán que exagero, que es una película, que es un chiste. Les aseguro que para una empresa multimillonaria como Disney NADA ES CASUAL. Revisan con lupa cada color, cada parte de las escenas para que aparezca a cuadro lo que quieren que veamos, revisan el discurso, el lenguaje, todo. No es sólo la historia, no es sólo diversión. Como dato curioso, Sandler se hace un sándwich con dos galletas de arroz, y el Dante luego luego me dijo: mira, de las que me compras tú. Es cierto, yo, la “mala mamá” le mando a mi hijo una de esas como lunch, en vez de un delicioso negrito Bimbo y una lechita de chocoazúcar Nesquick. Son muy ricas por cierto y al boy le encantan.
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