Hace dos días descubrimos que hay una rata en la casa. No es un ratoncillo, sino un rata de 20 cms (sin contar la cola). Estábamos dormidos cuando bernardo la escuchó tratando de salir de nuestro cuarto, pero la puerta estaba cerrada. Cuando prendimos la luz, se escodió en el clóset y ahí se quedó.
Bernardo no durmió en toda la noche, esperando que saliera para cazarla, yo dormía por ratitos, pero casi nada.
Nunca habíamos tenido algo así, por lo que, inexpertos, fuimos a armarnos de ratoneras y veneno. Quiero a los animales, pero la idea de que una rata de basurero camine sobre mi niño mientras duerme me da escalofríos.
Antes de dormirnos, Bernardo la escuchó abajo, detrás del mueble de la tele, así que decidimos encerrarnos y sellar la puerta para que no volviera a entrar en nuestra habitación. Afuera pusimos dos trampas pegasosas. De repente, se oyó como la maldita se revolcaba para tratar de zafarse, y nosotros por dentro, ansiosos, disfrutando de la victoria. Como una escena de El resplandor, se puso a dar topes contra la puerta. Ya se me hacía que iba a romper la madera y meter su diminuta pata para tratar de agarrarme. Pero se calló. Abrimos la puerta, escoba y trapeador en mano, y ahí estaba la trampa, con pelillos grises pero sin rata.
Abajo, detrás del mueble de tv, se escuchaba, acaso riéndose de nosotros, tal vez lamiéndose el lomo pelado.
Bernardo puso una ratonera de metal, de las clásicas, con un pedazo de queso, cerca de su escondite. A media noche Zas! sonó el metal, pero no quisimos levantarnos porque teníamos demasiada flojera. Pero en la mañana nos encontramos con una trampa vacía, sn queso, obviamente. Esto ya es personal. No sé si quiero matar al animal o reconocer su triunfo y adoptarla como mascota.
Leí que Ganesha, el dios hindú, usa una rata como vehículo. Así que por lo pronto, así la llamaré. Supongo que ahorita está un sillón, viendo la tele y botaneando, sobándose el lomo y el cuello lastimados.
Bernardo no durmió en toda la noche, esperando que saliera para cazarla, yo dormía por ratitos, pero casi nada.
Nunca habíamos tenido algo así, por lo que, inexpertos, fuimos a armarnos de ratoneras y veneno. Quiero a los animales, pero la idea de que una rata de basurero camine sobre mi niño mientras duerme me da escalofríos.
Antes de dormirnos, Bernardo la escuchó abajo, detrás del mueble de la tele, así que decidimos encerrarnos y sellar la puerta para que no volviera a entrar en nuestra habitación. Afuera pusimos dos trampas pegasosas. De repente, se oyó como la maldita se revolcaba para tratar de zafarse, y nosotros por dentro, ansiosos, disfrutando de la victoria. Como una escena de El resplandor, se puso a dar topes contra la puerta. Ya se me hacía que iba a romper la madera y meter su diminuta pata para tratar de agarrarme. Pero se calló. Abrimos la puerta, escoba y trapeador en mano, y ahí estaba la trampa, con pelillos grises pero sin rata.
Abajo, detrás del mueble de tv, se escuchaba, acaso riéndose de nosotros, tal vez lamiéndose el lomo pelado.
Bernardo puso una ratonera de metal, de las clásicas, con un pedazo de queso, cerca de su escondite. A media noche Zas! sonó el metal, pero no quisimos levantarnos porque teníamos demasiada flojera. Pero en la mañana nos encontramos con una trampa vacía, sn queso, obviamente. Esto ya es personal. No sé si quiero matar al animal o reconocer su triunfo y adoptarla como mascota.
Leí que Ganesha, el dios hindú, usa una rata como vehículo. Así que por lo pronto, así la llamaré. Supongo que ahorita está un sillón, viendo la tele y botaneando, sobándose el lomo y el cuello lastimados.
Comentarios
Igual si estoy a favor de los animales, pero yo si la mato, la verdad. Además, nadie la invitó a mi casa.
Pues ni modo chicas, hagan lo que tengan que hacer, nomás que por fa ceci, no escribas si venciste o no aquí, prefiero creer que se fue solita a molestar a otro lado-