El señor que aparece en la foto, de camisa azul y chaleco, el único señor, pues, es el Capitán García, mi abuelo. Desgraciadamente la foto está borrosa, pero la tomaron el merito día de reyes, después de partir la rosca y que no me saliera mono. Aparecen, de der. a izq. mis primos Marco y Jorge Luis, mi hermanito Luis Daniel, mis primas locuazas, Lili e Ivonne, luego yo y sobre mí la Pao, mi prima chiquita. Junto, mi abuelo, con mi Dantinho, su bisnieto.
Luis García, mi abuelo, nació bajo el signo Muerte, según el oráculo Azteca. Las personas Muerte viven experiencias muy fuertes a lo largo de su vida, y tienen el coraje para tomar lo malo y convertirlo en fortaleza. Nomás imaginen. El Capitán García es uno de los sobrevivientes de Escuadrón 201, que apoyó a los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial (cuando todavía no eran los más odiados del mundo, bueno, sí, ya eran…) Luego, murió mi abuela y se quedó ni más ni menos que con tres muchachas, un muchacho y dos niños, sus hijos, o sea mis tíos. Para agregarle emoción, mi mamá me tuvo a los 18 sin casarse y me agregó a la de por sí numerosa prole. Por consecuencia, me convertí en hija de mi abuelo, el único padre que conozco.
Crecer en la casa García fue muy curioso. Disciplina militar. Hasta la fecha, nadie baja a desayunar sin haberse bañado. Pensar en pasar el día en pijamas era una utopía. Recuerdo las idas al Coromuel, muy tempranito, a nadar, y vámonos de regreso.
Pero la rigidez de la milicia está sólo en sus rutinas, las comidas a sus horas, la puntualidad… Ideológicamente, mi abuelo es la persona con la mente más abierta que conozco. Como buen Muerte, no le teme a lo nuevo y cada novedad, ya sea tecnológica o social, la recibe como algo necesario e inevitable, sin voltear a cada momento para hacer comparaciones con el pasado. Es un abuelo del presente.
Yo supongo que todo mundo quiere a sus abuelos. El mío es prácticamente mi padre. Supongo que todos quieren a sus padres. Yo tengo la fortuna de que el Capitán García sea tan tolerante como paciente. No se espantó de piercings, ni tatuajes, ni rastas, ni de mi vegetarianismo, ni de mis ideas. Es un escucha atento, un conversador ameno, un comprensivo confidente. Discreto como es, le cuesta un poco de trabajo decir lo que siente, pero no hace falta.
Cada uno de sus hijos, incluida yo, tenemos mucho de él. Y sus nietos cargamos también con el gen García, y mi pequeño por fortuna, lo tiene también.
Mi abuelo es un abuelo del futuro.
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