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De mordidas y leyes


Hace unos días íbamos mi señor esposo y yo en el carro, transitando por las laberínticas calles de la ciudad. Para los que no viven en La Paz, les diré que en estos momentos están arreglando muchas vías y hay desviaciones por todos lados, así que trayectos que antes te llevaban 5 minutos, ahora te toman 20 o 25 minutos. El caso es que, como siempre, Bern iba manejando, le sonó el teléfono -para no variar, le llamaron de la oficina- y contestó. Justo cuando empezaba a hablar, lo paró una oficial de tránsito. Transcribo un fragmento del diálogo:
-Joven, va hablando por teléfono.
-Sí, qué le digo, ni modo que le diga que no...
-Me muestra su licencia por favor.
-Está vencida... es que no he tenido para renovarla...
-huy, joven, es una multa como de mil y feria por la licencia y otros setecientos por hablar por celular...
 lo que podemos hacer es que yo te haga el paro y tú me hagas el paro.

Yo le dije al Bernardo: No, que te ponga la multa, que te la ponga y listo.
Bernardo le dijo que ni modo, que nos multara, y no sé cómo, salió al tema que trabajamos para el ayuntamiento, igual que los policías. La cara le cambió, y empezó a sacar temas simpáticos, nos dio las buenas tardes y se fue. Lo que no habíamos notado es que ni siquiera llevaba block de multas a la mano, porque sólo estaba para regular el tráfico por las desviaciones.
Su intención no era multarnos, sino sacar "pa la soda". Mi intención es que nos duela pagar una multa, para no volver a violar las reglas de tránsito. 
Eso fue hace días, y sigo indignada. Ella no lo habría sugerido si no le funcionara. La gente prefiere arreglarse en lo corto para no pagar un castigo, y está bien, si les funciona, en lo corto. El problema, para mí, es que somos parte del problema. Le enseñamos a los hijos a salirnos con la nuestra sin pagar nunca por los errores que conscientemente cometemos y se pierde el objetivo de los castigos y las reglas. Jodidos estamos. En fin. mi regreso al blog fue para quejarme, lo siento, espero que el siguiente post sea un poco más agradable, querido lector.

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