Me considero fan de Michael Moore, en primer lugar porque sus documentales son muy ilustrativos de la situación real de un país como USA, que vive de las apariencias: aparentemente es una sociedad libre y económicamente estable, un modelo "perfecto", que muchos consideran un sueño. En segundo lugar, porque el gordito me cae re-bien, y me encanta cómo puede mostrar con humor cosas tan tristes, sin restarles seriedad.
Ayer vimos Capitalism, a love story, el filme más reciente de Moore, y una vez más me convenzo de que el dinero, como la política, son el verdadero demonio, no el que le dicen sus compañeros a mi hijo que se lo va a llevar por no creer en dios.
El documental habla sobre la situación financiera de los Estados Unidos, y de cómo ahí, al igual que en cualquier país, los que importan son los poderosos. Lo que no me gustó tanto fue que es un tanto confuso, y que no está tan bien armado como Sicko, o Masacre en Columbine; lo que me gustó mucho es que no sólo hace una crítica, sino que presenta personajes que han hecho cosas por cambiar su situación. No, no tiene nada que ver con el estúpido discurso de dejar de criticar y hacer algo por tu país, sino que muestra a personas que han criticado, se han rebelado contra quienes los tienen (nos tienen) jodidos, y han podido romper los esquemas impuestos por los de arriba.
Yo siempre recomiendo todos los trabajos de Moore, y aunque no me tatuaría su rostro en el hombro -ni en ninguna parte de mi cuerpo- sigo siendo su fan.
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