Cuando me llegó mi primera invitación para unirme a Facebook, no tenía muchas ganas, ni entendía de qué se trataba, pero lo hice porque me invitó un conocido.
Inevitablemente tengo que hablar de mi vida social en este post. Hace siete años que dejé de salir a los antros (y miren que mi vida social era ajetreada). Luego tuvimos reuniones en casa, pero por desgracia, varios de mis mejores amigos terminaron emigrando.
Pero la verdad es que no soy una persona muy social que digamos. De hecho, debo confesar que soy tan nerviosa, que cuando veo algún conocido finjo demencia o me desvío para no saludar: no me lo tomen a mal, no soy sangrona, sólo me dan nervios. No sé platicar mucho cuando es alguien a quien no conozco bien.
Y resulta que en el facebook he encontrado a muchos de los amigos de la primaria, secundaria, prepa y de vagancia, gente que no veía desde hace años y que no se me ocurrió que me recordarían y estoy fascinada. Bernardo se burla de mí, y en cierto sentido, tiene razón. Sé que una "amistad" vía internet es fría, casi irreal, pero me resulta de lo más cómoda. No puedo hablar más de tres minutos por teléfono, no me gusta chatear, y una vez que llego a casa me da una horrible flojera salir, así que enterarme de lo que ocurre con mis amigos y conocidos desde mi hogar, pues es perfecto.
Además, tiene el plus de que a veces las relaciones en vivo son superficiales y rápidas, y es común que afloren las diferencias de personalidad. En cambio, al visitar un perfil, ver las fotos, y conocer a qué grupos pertenecen y de qué son fans, seguramente surgirá alguna coincidencia.
Lo que me parece realmente un peligro (por lo menos para mí) son las aplicaciones. Desde hace tiempo que abandoné a mis dos mascotas y nunca quise engancharme con Farmville, porque me quitaban demasiado tiempo. Bernardo sigue renuente, pero sé que ya caerá y estonces no podrá escapa jamás.
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