Nunca he sido una mujer de mucho maquillaje. Las pocas veces que me he esmerado en producirme para alguna ocasión especial, me vi en el espejo, y no era yo, y la incomodidad por sentir una capa sobre mi piel no me dejó en paz. Pero sí, conforme pasan los años siento que ya no puedo darme el lujo de salir a la calle con la cara lavada, y para el trabajo tenía una rutina corta: relleno de cejas, delineador para ojos, máscara de pestañas, una bb cream, rubor, labial. No me veía muy maquillada (de hecho, casi ni se notaba) y por las noches, la desmaquillada me enfadaba, muchísimo. Hace como un mes decidí eliminar lo que no era estrictamente necesario, y me quedé sólo con lo de la foto: aceite de coco que uso como crema en la cara: literalmente en toda la cara, incluidos labios y pestañas, y como limpiadora por las noches; rizador de pestañas, delineador de cejas para rellenarlas un poquito, algo de rubor para no parecer zombie y delineador negro para ocasiones especiales. Al final...
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