De seguro no tengo que decir demasiado para convencerte de tener plátanos en tu casa, porque es una fruta muy común, pero muchos no conocemos las propiedades de esta fruta maravillosa:
Destaca su contenido de hidratos de carbono, por lo que su valor calórico es elevado. Los nutrientes más representativos del plátano son el potasio, el magnesio, el ácido fólico y sustancias de acción astringente; sin despreciar su elevado aporte de fibra, del tipo fruto-oligosacáridos. Estas últimas lo convierten en una fruta apropiada para quienes sufren de procesos diarreicos. El potasio es un mineral necesario para la transmisión y generación del impulso nervioso y para la actividad muscular normal, interviene en el equilibrio de agua dentro y fuera de la célula. El magnesio se relaciona con el funcionamiento de intestino, nervios y músculos, forma parte de huesos y dientes, mejora la inmunidad y posee un suave efecto laxante. El ácido fólico interviene en la producción de glóbulos rojos y blancos, en la síntesis material genético y la formación anticuerpos del sistema inmunológico. Contribuye a tratar o prevenir anemias y de espina bífida en el embarazo.
Más allá de lo nutritivo que es, el plátano es una estrella en la dieta crudivegana. Puedes comprarlo en oferta y en grandes cantidades y congelarlo pelado y partido) para hacerlo un delicioso helado o licuado, sin necesidad de añadirle endulzantes gracias a su sabor natural. Lo mejor es comerlo cuando su cáscara ya tiene manchas marrones, que es cuando está bien maduro.
Yo soy fanática, y lo tomo en licuado con leche de alpiste, bien helado. Me quita el antojo de los postres y me pone de buen humor. Es tan cremoso y dulce que no se me antojan los pasteles ni las galletas. Lo adoro.
Cuando haga helado lo voy a fotografiar (si es que no lo devoro de inmediato) y pondré la receta.
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