Si, según la Wikipedia,
"Se denomina marimacho (el término marimacha es una derivación errónea)(De Mari, apócope de María, y macho),1 en algunos países machona, machorra o machota a personas del sexo femenino que actúan o se comportan como hombres.
Este fenómeno social generalmente se manifiesta a través de algunas de estas características:
Llevar ropa típicamente masculina.
La práctica de juegos y actividades (normalmente físicos en naturaleza) que son típicamente considerados para ser practicados por chicos.
Heterosocialidad, la preferencia de socializar con chicos que con chicas.
Si bien algunos marimachos después revelan una identidad lesbiana en sus años adolescentes o adultos, el comportamiento masculino típico de los niños, pero está representada por las niñas, no es un verdadero indicador de la orientación sexual."
entonces, siempre he sido un poco marimacho.
De niña, por supuesto que me sentí princesa, y por supuesto que jugué con muñecas, pero mis recuerdos más entrañables son otros: dando la vuelta a la manzana en bicicleta, haciendo trucos mortales con patines (de los viejitos), trepando árboles o bardas, o simulando ser una súper cantante.
Ya más grande, me gustaba pintarme la boca, pero en cuanto a la ropa, me llamaba mucho más la atención la ropa masculina: tuve mis huaraches de llanta (que ahorita suena raro, pero en la secundaria estuvieron de moda), y por supuesto, mis botas "Alpine", que me ponía con cualquier cosa, ya fuera el uniforme de la escuela o shorts.
Luego fue el pelo corto, los pantalones caídos mostrando un bóxer, los lentes oscuros, los sacos de vestir. Siempre he adorado los tenis Converse y las playeras negras, para desgracia de mi madre, que siempre intentó "feminizarme".
He tenido grandes amigas, pero siempre me ha sido mucho ¡mucho! más fácil llevarme con los hombres, con los que me siento cómoda y parte del clan.
¿Y saben qué? ¡No soy lesbiana! No me atraen las mujeres. Me gustan, me requetegustan los hombres. El rampear en bicicleta, usar pantalones "pata de elefante" o traer el pelo a la "Ricky Martin de finales de los noventas", no era un síntoma de homosexualidad, ni una causa.
Ricky Martin a finales de los 90´s
Yo a finales de los 90´s
Les comparto un link muy interesante. Hay que romper los estereotipos sin miedo, sin prejuicios. La personalidad de cada uno depende de muchas cosas, no sólo de las preferencias sexuales. La homosexualidad no se pega, ni se "aprende" jugando con martillos o muñecas. 22 Imágenes Que Retan Los Dañinos Estereotipos Que Las Compañías De Juguetes Nos Venden
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